SOCIEDAD

La tripulación del Klaudia completa su navegada Jacobea con la ilusión del primer día en una travesía final accidentada

La tripulación del velero Klaudia, antes de partir desde Ribadeo | Foto- Náutica Puerto Gris
La tripulación del velero Klaudia, antes de partir desde Ribadeo | Foto- Náutica Puerto Gris

Ocho días. Tres comunidades autónomas. Dos elementos (agua y tierra). Y un único destino: Santiago de Compostela. Este miércoles, 31 de agosto, la tripulación del velero Klaudia, de Náutica Puerto Gris, llegaba al puerto de Santander alrededor de las 17:00 horas después de una aventura que les ha permitido aprender un poco más de navegación y compartir experiencias únicas en un Camino de Santiago realizado por mar y tierra. Una navegada Jacobea que ha tenido más incidentes en el regreso que en la ida, aunque afortunadamente ninguno de ellos ha empañado la ilusión y los hermosos recuerdos que ha dejado cada jornada.

De hecho, este último tramo del recorrido ha sufrido, incluso, un retraso de seis horas. El grupo tenía previsto salir de Ribadeo por la mañana rumbo a Santander en una navegación de 24 horas. Y tras un día en el que hubo lluvia, niebla, un cabo roto y alguna que otra herida, el tramo final del viaje “se presentaba muy tranquilo”. Dispuestos a disfrutar de esta última navegada Jacobea, la expedición desayunó “como señores”, preparándose para un día completo en alta mar.

Nada hacía prever lo que pasaría apenas 10 minutos después de emprender la marcha desde el puerto asturiano. Como recuerda Jesús de la Hoz, “antes de irnos hice una revisión” de todos los sistemas y elementos, como el nivel de aceite o el filtro de agua. Estaba “todo correcto”, así que partieron, pero cuando todavía estaban en la bocana de Ribadeo “salta la alarma de calentamiento del motor”. Efectivamente, al comprobarlo vieron que el agua fría no fluía para enfriar el circuito, lo que recalentaba todo el sistema y ponía en riesgo el barco.

“Paramos el motor y llamamos a Salvamento Marítimo para avisar de nuestra situación”, señala De la Hoz, y acto seguido se pusieron en contacto con el servicio técnico en Ribadeo. Al analizar en profundidad lo ocurrido comprobaron que se había roto una pieza que, para mayor complicación, no tenían los mecánicos. Esto, en cualquier circunstancia, podría haber supuesto un grave inconveniente para los planes de la expedición, pero “siempre tenemos piezas de repuesto en el barco”, por lo que solo hubo que esperar a que el motor se enfriara y cambiar la parte dañada. Entre unas cosas y otras, cerca de seis horas de retraso.

Fue la guinda de las experiencias vividas durante un viaje en el que no solo han conocido el Camino de Santiago desde otro punto de vista, sino con el que han aprendido todos. Tras esta “avería sin importancia”, el Klaudia salió de Ribadeo realizando un viaje “muy tranquilo”. Tanto que, al no haber olas y con “el viento perfecto”, pudieron desplegar las velas y navegar a buena velocidad. Sin embargo, esta última y larga navegada todavía les depararía algunas sorpresas y anécdotas.

En la primera categoría, la de las sorpresas, podría incluirse que “a mitad de viaje se nos rompió un manguito de agua dulce”, algo que no tiene mayor importancia salvo por el hecho de quedarse sin agua para lavarse los dientes o la cara (al fin y al cabo, para beber llevaban cada uno sus botellas). Había dos opciones: esperar a llegar a Santander para arreglarlo o tratar de repararlo en pleno viaje. La pieza de repuesto estaba, y dado que el recorrido no presentaba dificultades, optaron por lo segundo.

En cuanto a las anécdotas a sumar a todas las que han vivido en estos ocho días, de nuevo estuvieron acompañados por delfines al atardecer y al amanecer. Y en algunos tramos tuvieron niebla y algo de lluvia a la altura de Llanes. Incluso durante un tiempo viajaron con un ‘polizonte’, apelativo cariñoso que la tripulación del velero puso a un pájaro que se posó en el barco y viajó con ellos durante un par de horas mientras descansaba, retomando el vuelo posteriormente.

Y así, con sonrisas en sus rostros y sin signos de cansancio a pesar de la tensión vivida algunos días en alta mar y de las caminatas de unos 25 kilómetros a buen ritmo que realizaron entre La Coruña y Santiago de Compostela, la tripulación del velero Klaudia desembarcaba este miércoles en Santander, algo más tarde de lo previsto pero felices por haber vivido y compartido una experiencia única.

La única pega para Jesús de la Hoz es que, tras este grupo, otra expedición iba a ponerse en marcha en unos días, de nuevo con el objetivo de llegar a Santiago. Sin embargo, ante los avisos de fuerte temporal se ha tenido que cancelar con la promesa de volver a realizarlo.