PAULU LOBETE

"El PP no dice la verdad, y afirma que defiende lo público mientras lo desmantela"

El secretario general de Cantabristas, Paulu Lobete | Foto- edc
El secretario general de Cantabristas, Paulu Lobete | Foto- edc

En las elecciones autonómicas y municipales de 2023, Cantabristas experimentó un crecimiento más que notable en lo que a apoyo social se refiere, logrando un aumento de votos que permite a la formación seguir trabajando estos cuatro años con el objetivo de entrar en el Parlamento de Cantabria en 2027. Su secretario general, Paulu Lobete (Santander, 1991) analiza en esta entrevista realizada en la sede del partido la situación en la que se encuentra la región, qué ha supuesto la llegada del PP al Gobierno autonómico hace algo menos de un año, el estado en el que están servicios públicos como la Sanidad o por dónde pasa el futuro de problemas como el precio de la vivienda, el lobo y la fuga de talento.

A punto de cumplirse un año de legislatura, ¿cómo analiza la situación en la que está Cantabria?

Es una situación negativa. Se sigue avanzando en las mismas líneas y modelo económico de antes, a lo que se suma el tipo de gestión que promueve el PP, que ya se está reflejando en algunos ámbitos como el sanitario. Ya se están encendiendo las alarmas, tenemos 40 consultorios en Cantabria sin médicos, y eso es consecuencia de una manera de hacer las cosas. Desde Cantabristas lo vemos con preocupación y somos pesimistas, pensamos que se está avanzando en la senda en la que no se tiene que avanzar. Recientemente hemos visto declaraciones en materia de vivienda, con el consejero Bedia diciendo que no se quiere regular la cuestión de los alquileres, que para nosotros es fundamental. Son ejemplos de la mala política que impone el PP y que va a tener una continuidad en los próximos años con el apoyo de Vox y del PRC.

La mala política que impone el PP va a tener una continuidad en los próximos años con el apoyo de Vox y del PRC

¿Y Cantabristas? En las últimas elecciones fue el partido revelación

Nuestra situación es muy buena. Estamos creciendo, lo hemos hecho paulatinamente desde el principio, pero desde luego ahora lo estamos experimentando más. Nos mueve cierto optimismo porque vemos que el mensaje que intentamos trasladar va calando cada vez con mayor influencia mediática y social. Creo que mucha gente se ha dado cuenta de que Cantabristas es la única fuerza política que en los últimos años ha propuesto cosas concretas. Solo cabría preguntarse qué partido de Cantabria ha propuesto un modelo de transportes o un modelo turístico alternativo. Es una forma de hacer política que entendemos que viene a regenerar una política de Cantabria anquilosada. La gente está muy cansada de escuchar los discursos de siempre con las mismas voces y políticas que nos han traído a donde nos han traído. El momento es propicio, nuestro proyecto se va consolidando y estamos en una nueva fase que esperamos que nos lleve a entrar en el Parlamento y en los principales ayuntamientos en el 2027

¿Cuáles son sus siguientes pasos para llegar a ese objetivo?

Nuestros esfuerzos se centran en ampliar la estructura del partido, intentar generar y consolidar agrupaciones locales en los principales municipios y en aquellos lugares donde haya gente con ganas de trabajar en este proyecto. Es fundamental, por una parte porque lo necesitamos para el crecimiento a nivel autonómico y poder estar en el Parlamento, y por otra parte, porque a nivel municipal queremos desarrollar el proyecto colectivo de Cantabristas. Lo estamos viendo en el contexto político: las fuerzas políticas con estructuras y que trabajan en el territorio tienen más fortaleza y son más sólidas con el paso del tiempo. Para nosotros y nosotras ha sido una preocupación desde el principio porque es de lo que ha adolecido la izquierda desde hace muchos años: el hecho de no tener organizaciones que se mantengan en el tiempo con un programa coherente a lo largo de los años que ofrezca certezas. Y eso ofrecemos a la gente: vamos a estar en 2027, y cuatro años después seguiremos trabajando con el mismo proyecto.

Mencionaba antes la situación de la Sanidad. A nivel global, ¿cómo la valoran?

Es una situación muy complicada. El PP no es sincero y no es claro respecto a lo que quiere hacer con la sanidad pública. La única manera de reforzarla es invertir en ella, y la receta del PP es solucionar los problemas de la pública inyectando dinero a la privada y derivando pacientes a la privada. El PP tiene que decir lo que quiere hacer con la sanidad pública, que básicamente es adelgazarla y que sea un último recurso para quien no se pueda pagar un seguro privado. Esa es la explicación de que en consultorios como el de Penagos o Potes no haya médicos. El objetivo del PP es que la gente deje de utilizar la sanidad pública y empiece a utilizar la privada. Estoy seguro de que si hablásemos con el consejero Pascual en privado, sin micrófonos, no tendría problema en reconocer que esa es su voluntad última. El PP no dice la verdad, y afirma que defiende lo público mientras lo desmantela. Desgraciadamente, algunas privatizaciones como la cuestión de las ambulancias o de la diálisis vienen de antes, colaborando consejerías del PSOE. Por una parte, tenemos que explicar la verdad para que la gente sepa cuál es el proyecto de cada cual, y por otra, cuando gobierna la izquierda tiene que hacer políticas de izquierdas y apostar por lo público, porque si no, la gente no va a notar diferencias, que creo que es lo que ha pasado en los últimos años.

Su formación ha sido una de las más críticas con la nueva Ley del Suelo y la reforma que ha hecho el PP. Ahora el Estado ha avisado de que puede ser inconstitucional.

Es un hecho que la Ley del Suelo no solo va contra la regulación estatal, sino contra toda la normativa europea

La cuestión de la inconstitucional de la ley nueva nos deja pocas dudas, básicamente porque equipara suelo rural a suelo urbano. Hace poco el Tribunal Constitucional señaló, respecto a la ley andaluza, que no se puede equiparar. Es muy grave, pero nos parece triste que el debate se centre en esta cuestión cuando lo principal es que es una ley negativa para los intereses y el futuro de Cantabria. Y debería debatirse en esos términos. Esta ley, que ha tenido el apoyo del PRC, consolida un modelo que ya estaba en la ley de Gochicoa, solo que lo tenía de modo transitorio y el PP lo ha convertido en un artículo, el 51, que es el que sería inconstitucional. Por eso nos sorprende el cambio de postura del PSOE y su crítica a la Ley del Suelo, cuando realmente consolida el modelo que ellos votaron a favor en la legislatura anterior. Hay que avanzar en otro modelo territorial. Es un hecho latente y patente que la ley no solo va contra la regulación marco estatal, sino también contra toda la normativa europea, y lo llevamos denunciando desde el principio.

¿Hacia dónde nos conduce este cambio del Gobierno de Buruaga en materia urbanística?

Promover la especulación urbanística con el suelo rústico. El suelo es un recurso que puede generar mucho beneficio a corto plazo si se utiliza para construir. A muchos ayuntamientos les puede interesar que vengan muchos turistas a hacerse un chalet vacacional porque son ingresos para el ayuntamiento y para el que tiene el suelo rústico. Pero la pregunta es a dónde nos conduce eso a largo plazo. Nosotros defendemos un modelo en el que el suelo rústico se utiliza para los fines que tiene que utilizarse: la ganadería y la agricultura, y no para especular y construir urbanizaciones. El PP promueve ese modelo por interés económico, particular y de los alcaldes, y el PRC está encantado con ese modelo. Hay un debate donde, desgraciadamente, Cantabristas ha estado un poco sola como fuerza política que defiende ese suelo rústico, pero vemos que la realidad se va abriendo paso. Ninguna normativa a nivel europeo permitiría la especulación con el suelo que se pretende hacer.

Se quiere construir más vivienda, y al mismo tiempo tenemos el problema de los pisos turísticos. ¿No se necesitaría una mayor regulación?

Evidentemente, pero es un debate que hay que tratar con toda la complejidad que tiene. Puede haber cuestiones de oferta, y tenemos que utilizar los núcleos de las ciudades para sacar vivienda pública en los solares existentes, no en el suelo rústico ni en el entorno de las ciudades. Pero el hecho de que se construyan urbanizaciones de apartamentos turísticos, como el que recientemente se ha conocido en San Vicente de la Barquera, no va a bajar los alquileres ni el precio de la vivienda. El aumento de la oferta de vivienda no hace necesariamente que bajen los precios si se utiliza para fines turísticos. Las rentas de la gente de Madrid o Bizkaia que viene aquí son superiores a las nuestras y pueden pagar pisos más caros. Tenemos un problema de base: si toda la nueva vivienda se utiliza para fines turísticos y la compra gente que va a venir dos o tres semanas al año, ¿qué hacemos los que vivimos en Cantabria? Si dejamos funcionar al mercado a su libre albedrío, la gente de Cantabria no tendremos acceso a las viviendas y tendremos que vivir en infraviviendas o marcharnos de Cantabria. Ahí es donde entra la regulación. Creo que no hay que afrontarlo solo desde el punto de vista de la oferta, sobre todo porque en Cantabria tenemos capacidad para alojar a miles de personas en la vivienda existente, sino que tenemos que atender a la cuestión de la presión turística sobre la vivienda y el uso especulativo. Si la gente se anima a utilizar su vivienda con fines turísticos, difícilmente se podrá vivir en Cantabria a un precio normal.

El aumento de la oferta de vivienda no hace necesariamente que bajen los precios si se utiliza para fines turísticos

¿Cree que el Gobierno hace bien en no pedir más extracciones de lobo? ¿Puede hacer algo más Cantabria ante lo que está ocurriendo?

La cuestión del lobo es un problema importante, pero no el único en el mundo rural. Es importante poner el foco en que los problemas del mundo rural tienen múltiples dimensiones y vienen de muy atrás. Uno fundamental es la falta de proyecto sobre la actividad y el futuro de la ganadería en Cantabria dentro de 10 o 15 años. Pero el problema del lobo se debe atender. Hace unos años tuvimos la iniciativa de la mesa del lobo, donde se alcanzaron una serie de consensos entre conservacionistas y ganaderos, y pensamos que esa es la senda. El Gobierno de Cantabria tiene que avanzar ahí. Pero lo que no se puede hacer, como hemos visto al PRC, es pedir al consejero que prevarique. El consejero no puede hacer algo que no permiten las normas a nivel estatal, y por ahí no hay solución. La cuestión del lobo se debe atender con un diálogo sincero partiendo de un hecho indiscutible: la convivencia entre la ganadería como actividad económica y la existencia del lobo. También creo que la negociación del lobo debe versar también sobre el futuro de la ganadería, el modelo por el que apostamos, cómo contribuir a la transformación y mejora del sector, y el horizonte que queremos a 15 o 20 años.

Hemos visto recientemente las protestas de ganaderos y agricultores que precisamente reclaman soluciones a un problema que tiene muchas caras. ¿Por dónde pasaría la solución?

Estas protestas las vemos con interés porque parten de una preocupación que hay que atender: el declive del sector ganadero y agrícola, que requiere de una inversión, una transformación y un plan a largo plazo. Esa es la receta. Pero también vemos con preocupación la instrumentalización política de estas protestas por parte de la extrema derecha, que no beneficia para poder alcanzar soluciones porque desvía el foco de atención de los asuntos verdaderamente importantes, que es la situación del sector. En Cantabria hace falta una planificación y una visión a largo plazo. Es algo que ha faltado en todos los sectores. No se puede apostar a todas las cosas al mismo tiempo, tendremos que definir una estrategia con todos los sectores implicados e intentar trabajar. No podemos echar la culpa al empedrado cuando no se ha hecho nada en todos estos años.

¿Hay margen de trabajo para esa planificación o hemos llegado a un punto de no retorno?

La situación crítica ya ha empezado desde hace unos años. Lo único que tenemos es la oportunidad de transformar y avanzar hacia otro modelo. Es obligatorio, ya que en el modelo económico del futuro, la soberanía alimentaria será fundamental y la producción de alimentos se tendrá que seguir llevando a cabo en Cantabria independientemente de las diferencias políticas en otros aspectos. Dentro de la necesidad de ese nuevo modelo, habrá que ver cómo se articula, para lo que necesitaremos ideas nuevas. No podemos seguir como hasta ahora.

Ha mencionado la industria. Con los datos negativos que estamos conociendo, ¿cómo valora la gestión?

Pensamos que hace falta un Plan Industrial. Propusimos la creación de una Estrategia Industrial Cántabra a 30 años pensando en los modelos exitosos de otras comunidades autónomas. Desgraciadamente, la improvisación en esto juega una mala pasada, y si la política industrial se basa en construir polígonos sin una finalidad concreta, no vamos a ninguna parte. Ha sido el proyecto compartido de PP, PSOE y PRC en los últimos años, y el mejor ejemplo es La Pasiega. Se ha vendido como un polígono logístico con una estación intermodal que ni siquiera está claro que vaya a existir. Habla mucho del nivel de improvisación y la falta de proyecto. La industria del siglo XXI tiene muy poco que ver con la del siglo XX, y si seguimos apostando por este último, no va a suceder nada bueno. Tenemos que hacer una estrategia industrial acompañada de una estrategia de innovación, y para eso hay que creer e invertir en ello, contando con la Universidad de Cantabria, las empresas y articular todo ese sector. Eso exige inversiones y creer en un proyecto diferente, pero tenemos que ver hacia dónde queremos avanzar. No se trata de atraer cualquier tipo de industria ni a esperar que venga una gran empresa a generar miles de puestos de trabajo. Eso ya no va a pasar, tenemos que apostar por otro tipo de cosas.

Respecto a la Universidad de Cantabria, ¿cómo analiza la situación del talento joven en la región?

Cantabria es una máquina de exportar talento. Formamos gente joven que tiene capacidad y que debería ser clave en la transformación de la economía de Cantabria, pero que se tiene que marchar para hacer su proyecto de vida fuera. Es también la razón de ser de Cantabristas. Cantabria debería tener mucho más que ofrecer. Atraer y retener ese talento es fundamental para la transformación económica y social que necesita la comunidad. Es una cuestión económica, pero también tiene que ver con nuestro futuro como pueblo. Necesitamos gente que desarrolle aquí proyectos de todo tipo y que sectores culturales, artísticos, audiovisuales florezcan en su tierra y no se tengan que marchar a Madrid.