Trece pensamientos para “Arronti”

Igual que señalamos al PP y al PSOE como “la casta” o “la trama”, debemos perder el miedo a señalar también al PRC de Revilla. Su negativa a cumplir con el pacto de investidura (a cambio de la abstención de Podemos) demuestra que nunca tuvieron voluntad de cambio, ni de hacer políticas por y para la mayoría social de Cantabria.

Junio se acerca, y con él la llegada del verano y de la asamblea “Arronti” de Podemos Cantabria: la asamblea que definirá las líneas políticas estratégicas de Podemos Cantabria durante los próximos dos años. El proceso ya ha comenzado, y nos encontramos en la fase de debate y propuestas, que debe llevarse a cabo junto a la “sociedad civil” (lo que antes se llamaba “la gente” o “el pueblo”). 

Unidos Podemos, la confluencia de Izquierda Unida, Podemos y otros partidos de izquierdas que se presentó el 26J a las elecciones y obtuvo 71 diputados en el Parlamento nos marcó el camino a seguir: una fuerza parlamentaria que, si bien es aún insuficiente para propiciar un verdadero cambio, ha asentado en las instituciones el deseo colectivo de un futuro nuevo.

Los cercanos procesos de Vistalegre 2 también marcaron el rumbo colectivo que una mayoría decidió: unidad y humildad, era la consigna. Unidad, porque es el único camino. Humildad, porque el proyecto de cambio y de futuro debe estar por encima de los personalismos. Permanecer unidas y centradas en lo que nos une, lo que queremos cambiar, es lo que nos hace avanzar.

Permanecer unidas y centradas en lo que nos une, lo que queremos cambiar, es lo que nos hace avanzar.

Iniciar el debate público sobre el modelo que queremos para Cantabria no debe ser sólo un imperativo orgánico de un partido: todos los agentes sociales y colectivos deben participar, porque estamos hablando del futuro para Cantabria, la tierra donde viviremos. Necesitamos arrebatar el control de Cantabria a la “tramuca” (la trama en versión Cántabra) y devolvérselo a la gente que trabaja y vive aquí, la que sufre los recortes, el paro y la precariedad.

Necesitamos arrebatar el control de Cantabria a la “tramuca”.

Obviamente debemos tener claro a quién representamos: no debemos, jamás, equivocarnos de bando. Venimos de la indignación, de un movimiento impugnatorio no sólo de la corrupción y los recortes, sino de todo el llamado “régimen del 78”. No debemos olvidar nuestro origen en aquellas plazas hace ya seis años, cuando miles de personas gritaban: “¡No nos representan!”. Debemos aspirar a representar a esa mayoría social, no olvidando jamás de dónde venimos. 

Dicho esto, quiero hacer hincapié en el mismo concepto de democracia: democracia es decidir, es decidirlo todo. Por ello, disiento cuando se afirma que “Arronti” es una propuesta valiente, puesto que se tratará de una asamblea limitada que tendrá como “techo de cristal” los documentos de Contigo Cantabria, votados hace un año. Aunque en su momento sirvieron para el renacimiento de Podemos Cantabria, creo que una parte ha quedado obsoleta: no se puede hurtar el debate a la gente, y si vamos a debatir sobre la Cantabria que queremos no podemos tener límites en el debate.

Incluso la misma organización territorial de Cantabria debería ponerse en entredicho: somos una comunidad pequeña, de poco más de medio millón de habitantes, y nuestro territorio está dividido en 102 municipios, muchos de ellos subdivididos en pedanías. Retomar la ley de comarcalización del 99 y marcarse como objetivo cambiar administrativamente Cantabria de los 102 municipios actuales a las 10 comarcas históricas sería muy beneficioso, sobre todo para las zonas rurales, muchas veces infrafinanciadas por el centralismo santanderino. 

Muchas veces nos referimos a la “mala gestión”, entrando en el lenguaje y las dinámicas del PPPSOE: también debemos desterrar de nuestro vocabulario esa expresión. No son malos gestores, no es que hagan las cosas mal porque no saben: las hacen bien, muy bien. Pero muy bien para los suyos. Gobiernan para las grandes empresas y los bancos, y en contra de la ciudadanía. No tenemos que decir que seremos buenos gestores: tenemos que decir que gobernaremos para la gente, para las familias empobrecidas por la crisis, para quien no llega a fin de mes.

Igual que señalamos al PP y al PSOE como “la casta” o “la trama”, debemos perder el miedo a señalar también al PRC de Revilla. Su negativa a cumplir con el pacto de investidura (a cambio de la abstención de Podemos) demuestra que nunca tuvieron voluntad de cambio, ni de hacer políticas por y para la mayoría social de Cantabria. Muchas anchoas y quesadas, pero de renta básica para la gente que realmente lo necesita, nada. 

Muchas anchoas y quesadas, pero de renta básica para la gente que realmente lo necesita, nada. 

Sabemos que la democracia interna es muy importante, y no hay duda de que en Podemos somos campeones en este aspecto, con numerosas consultas a los inscritos e inscritas. Sin embargo, siempre se puede mejorar en este aspecto, hasta llegar a una democracia orgánica plena: debe devolverse a los círculos el poder que tenían en los inicios de Podemos, que cada militante pueda proponer, debatir y decidir. Una asamblea ciudadana no debería ser algo puntual y excepcional: debería ser algo muy común en Podemos, debería ser la asamblea quien marque las líneas políticas a seguir.

Igualmente debemos plantear el modelo económico que queremos para Cantabria: aunque el paro ha descendido ligeramente, la precariedad, los contratos basura y el empleo estacional han crecido enormemente. El modelo basado en el turismo no trae más que precariedad y miseria para la mayoría. Es necesaria una reindustrialización urgente del corazón de Cantabria y ambiciosos planes de empleo que redunden en beneficio de la gente de Cantabria y no de las empresas, como hasta ahora.

Oscuros tiempos se avecinan si desde Podemos no somos capaces de ofrecer una alternativa al modelo neoliberal vigente. Ya sabemos que “Unidos, Podemos”, pero hay que lograr una unidad real de todos los sectores y colectivos que tengan voluntad de cambio. El camino a seguir debería ser una Marea Cántabra que agrupase y cohesionase todas las fuerzas de izquierdas y comprometidas con la ruptura con este modelo; una marea que ofrezca una alternativa real a este modelo, y no sólo reformas de corto alcance; una marea que suba, y que limpie toda la corrupción y la desigualdad de esta tierra nuestra. 

No podemos desperdiciar esta oportunidad: “Arronti” debe abrirse completamente, y de ella debe surgir un mandato claro de conformar una Marea Cántabra, desde abajo, desde los municipios y las calles. Una marea que no olvide de dónde viene, y que sepa muy claro hacia dónde va: una marea que cambie Cantabria y ofrezca un futuro a toda la gente que vive aquí y a toda la gente que se tuvo que marchar. El futuro de Cantabria está en juego, y nos toca mover ficha.