Despedimos 2017 y es buen momento para hacer balance. En Torrelavega no podemos hacer menos, y dicho balance, a nivel político, sigue siendo muy pobre. Un 2017, que como 2015 y 2016 se despide sin ningún logro reseñable que añadir al haber del Equipo de Gobierno. Y afrontamos un 2018 y me temo que un 2019 igual de vacío de contenido que los anteriores. 

Habrá gente, bienintencionada, que me dirá que en 2017 se consiguió el soterramiento para Torrelavega. Y es verdad. Pero no menos verdad que en 2014 el anterior Equipo de Gobierno, de idénticos colores políticos, rechazó un idéntico trato, de modo que se han perdido al menos tres años para poder haber avanzado en una obra tan importante como esta. Y no hay que olvidar que para poder ejecutar el soterramiento va a ser necesario modificar sustancialmente el Plan General de Ordenación Urbana. Modificación, que con la actual correlación de fuerzas parece complicada.

Torrelavega lleva años viviendo una situación excepcional, de emergencia social, con gran cantidad de familias pasando verdaderos dramas familiares, y con otras tantas, que sin tener una situación tan complicada, están viendo como a pesar de tener trabajo, sus ingresos les permiten únicamente subsistir. Con una ciudad en esa situación se necesita un liderazgo sólido, con capacidad de reivindicación ante instancias superiores. Es decir, las situaciones excepcionales requieren unos políticos excepcionales, a la altura de las circunstancias.

Y, por desgracia, nuestro Equipo de Gobierno carece de esas virtudes. No dudo de sus buenas intenciones, incluso de voluntarismo, pero lo que es cierto es que tanto el Alcalde como el resto de su Equipo llevan casi tres años demostrando su nula capacidad de generar alternativas, de ofrecer cosas nuevas, innovadoras que puedan ayudar a superar la crítica situación por la que está viviendo Torrelavega.

Si a esa falta de ideas y de iniciativa le sumamos deslices como los 80000 euros de la famosa bola de navidad, o los 50000 euros perdidos en una subvención para los Servicios Sociales, si vemos que año tras año hay remanentes de millones de euros porque las partidas presupuestarias se quedan sin ejecutar, si vemos que un proceso para contratar 24 barrenderos se prolonga un año, si vemos que a este Equipo de Gobierno le cuesta horrores sacar adelante los proyectos, nos queda claro que este Equipo no es el más adecuado para sacar a Torrelavega del hoyo en el que está metido.

Cierto es, que desde 2015 en Torrelavega el paro se ha reducido, como en el resto de España, pero basta con darse un paseo por las calles de Torrelavega para ver locales y locales vacíos, comercios emblemáticos cerrados, o comerciantes que se jubilan sin encontrar quien les dé continuidad. Basta con hablar con la gente para darte cuenta que Torrelavega está en una situación crítica.

Torrelavega se ahoga, se nos escurre entre los dedos, y nadie hace nada. Pero es que nadie de fuera va a venir a salvar Torrelavega, tengamos eso claro. Hemos de ser nosotros, los de aquí los que luchemos por la nuestro, lo que hagamos que nuestros hijos, si lo desean, puedan tener un próspero futuro en Torrelavega.

Y, sin embargo, yo soy optimista. Yo tengo ilusión por Torrelavega. Torrelavega tiene un más que centenario espíritu industrial y una vocación comercial marcada a fuego en su ADN. Torrelavega tiene además ahora una joven clase emprendedora a la que hay que apoyar y estimular, no poner trabas en su camino. Si a todo eso le unimos nuestra privilegiada situación geográfica como encrucijada de caminos de todo el Norte de España, con un puerto y un aeropuerto por desarrollar a 25 kilómetros, Torrelavega tiene todos los ingredientes para volver a ser un caso de éxito, como lo fue en el siglo XX. Pero para ello hace falta liderazgo, voluntad política, hace falta sumar y no restar, hace falta capacidad de diálogo y de negociación, capacidad para ceder, y hace falta trabajo, mucho trabajo.

Lo que no podemos permitirnos es la indolencia, la desgana, la apatía de este Equipo de Gobierno, porque el tiempo pasa, y rápido. Mientras nuestros vecinos aprovechan el tiempo para desarrollarse, para elegir que camino van a tomar, y que quieren ser de mayores, en Torrelavega nos contentamos con poner parches y con discutir sobre el sexo de los ángeles.

No es la hora para vivir cómodamente en las Administraciones. Es la hora de remangarse, de aunar voluntades, y de ser capaz de convocar a todos, independientemente de las ideologías para poner a Torrelavega en marcha y hacer que nuestros padres y abuelos estén orgullosos de nosotros. Pero hay que hacerlo ya, sin demora. No podemos permitir que 2018 sea otro año perdido.