Cualquier habitante de Torrelavega, o cualquiera que haya visitado la ciudad, aunque solo lo haya hecho una vez, echara a faltar el Palacio Municipal “Demetrio Herrero”. 

Torrelavega no es un espacio en el que abunde el patrimonio arquitectónico civil; Las casas barrocas de Viérnoles; la casona de Mártires; las obras de Ricardo Lorenzo; la fachada del colegio de Nuestra Señora de la Paz ( si entendemos que el ala educativa es autónoma del espacio confesional ), las nuevas dependencias de la Seguridad Social, el Palacio de Justicia, el campo de fútbol del Malecón… y no mucho más.

Bueno, creo que en esta relación falta algo. Sí. En este listado, cualquier habitante de Torrelavega, o cualquiera que haya visitado la ciudad, aunque solo lo haya hecho una vez, echara a faltar el Palacio Municipal “Demetrio Herrero”. En efecto, por su ubicación en el corazón mismo de la ciudad, por la singularidad de las líneas diseñadas por Rucoba, por su valor patrimonial, artístico e histórico, por su actividad como eje de la vida administrativa del municipio este caserón ha arraigado en nuestras vidas y es parte imprescindible del ser de cada uno de los torrelaveguenses. Y, al igual que la Virgen Grande, se ha convertido en un pequeño símbolo que excede de su papel, ya sea administrativo o religioso, para convertirse en estandarte mismo del portuguesismo más racial, ese que hace que la ciudad se siga moviendo pese a las circunstancias tan adversas que padece. La ausencia del “Ayuntamiento”, como ha pasado en esta relación, es inasumible y su hueco un vacío imposible de justificar. Pero, ahora, no tengo intención de volver a describir el edificio ni hacer relación de su riqueza. No volveré a destacar su imprescindible aportación como imagen de la ciudad. No volveré a advertir del riesgo de su estado para trabajadores, visitantes y viandantes. No haré de nuevo relación de las grietas, los desprendimientos… No. Hoy toca algo diferente.

Extrapolemos este caso por un  momento y hagamos un poquito de catástrofe ficción. ¿Hay alguien capaz de imaginar una situación similar en alguna otra localidad de donde quiera que fuere?.Ni se me ocurre mentar Francia o Inglaterra, celosos de los suyo hasta el punto que la casucha suburbial en la que nació el Beatle Ringo Starr quedó indultada del derribo masivo al que se sometió aquel barrio. No digo tanto, pero ¿Se imaginan, por ejemplo, en el mismo corazón de Madrid, el edificio que es sede de la Comunidad, en el mismo trance de deterioro? Y eso que el valor arquitectónico del inmueble de la Puerta del Sol no es mucho, y su pasado como dependencias de la DGS, con sus inquietantes sótanos, bastante siniestro. Y en Oviedo, el Ayuntamiento en su caserón de Cimadevilla, ¿Alguien concibe la idea de ver como lo dejan caer por abandono?. No. Rotundamente No. Ni a cuatrocientos, ni a doscientos ni a veinte kilómetros de aquí. Si cualquier edificio del corazón de la ciudad con riqueza histórica y patrimonial y con el valor añadido de ser sede de la actividad municipal y marco institucional de ésta amenaza ruina, las administraciones locales y regionales se implican de manera inmediata y definitiva. Sí. A veinte kilómetros de aquí, también.

En Torrelavega ya se cometió una vez este error. La falta de respeto por el legado de la Historia, la prepotencia de algunos, que tenían la situación controlada por el uso de la fuerza, y algo de viento del Sur, pusieron fin de manera drástica al largo y consentido deterioro de la Torre que nos da nombre. De ella nunca más se supo. Su única memoria son un legajo, dos fotografías de pésima calidad, cuatro libros, unas piedras y los rótulos que el MOPU puso en sus días en los accesos a la ciudad. Hoy el corazón de Torrelavega podría tener dos torres;  La del reloj del Ayuntamiento y la del Señorío de la Vega. Por el momento ya solo queda una.

Pero si algún entusiasta de Tolkien quiere buscar por la zona donde se pueden encontrar esas dos torres, nuestras particulares Barad-Dur y Orthanc, no tendrá que desplazarse mucho. Tan solo tendrá que esperar algo de tiempo. Entonces, en la praderas del PCTCAN se alzaran las torres gemelas de Salia y Bisalia, esta última aún por construir y presupuestada en siete millones de euros y cuyo nombre es un hermoso y sentido homenaje del Gobierno regional a nuestra ciudad. No tuvimos el dinero. No tendremos las torres, pero nos queda… ¿Qué nos queda? … ¿Qué nos dan?