TRIBUNALES

Las pruebas confirman que la madre con síndrome de Munchaussen provocó una “intoxicación crónica” a su hija

Le administró durante unos cuatro meses el medicamento que los especialistas ya le habían retirado.

La mujer con síndrome de Munchaussen por poderes, durante el juicio
La mujer con síndrome de Munchaussen por poderes, durante el juicio

Pruebas médicas realizadas a la niña que casi es asesinada por su madre con síndrome de Munchaussen por poderes confirman que le administró durante unos cuatro meses el medicamento que los especialistas ya le habían retirado y le produjo una "intoxicación crónica" provocándole episodios de "estupor", que es la antesala al coma, y en los que sufría "hipersomnolencia", estaba "desorientada, con babeo y alteración de la consciencia". La "intoxicación" fue detectada por especialistas en neurología de un hospital de Cataluña donde la menor fue derivada desde Valdecilla, después de haberla enviado a otro centro de Madrid, al no dar con las causas de esos episodios de estupor que padecía con una frecuencia "quincenal o mensual".

En ese centro, inicialmente la menor estaba bien y, sin haberle administrado ningún tratamiento, sufrió uno de esos episodios, por lo que se le realizó una analítica de tóxicos, donde se detectó que estaba intoxicada por un medicamento antiepiléptico que le había sido recetado con anterioridad pero que ya, supuestamente, no tomaba. Así lo ha relatado la directora del equipo médico que trató a la menor en el hospital catalán en la segunda sesión del juicio que celebra la Sección Primera de la Audiencia de Cantabria y en el que el fiscal reclama para una pena de cinco años de prisión por un delito de asesinato en grado de tentativa, con la concurrencia del agravante de parentesco y la atenuante de trastorno de personalidad.

Otra de las médicas del equipo que atendió a la niña ha llegado a decir que el efecto del medicamento podría haber sido "potencialmente letal"

Esta doctora ha cuestionado que en el hospital cántabro le recetasen a la niña ese medicamento "a ciegas", sólo porque no sabían qué le sucedía, algo que "nunca se debe hacer", aunque se lo retiraron al ver que, hasta en las pequeñas dosis que le prescribieron, le provocaba hipersomnolencia. Cuando ella vio los síntomas en la menor, pensó en dos causas, o una metabólica o la intoxicación. Este extremo fue confirmado con una analítica que se le realizó a la niña justo en el momento en el que sufrió un episodio de estupor y cuyos resultados evidenciaron que había ingerido más del doble de la cantidad terapéutica del medicamento, resultados que fue avalado con un segundo análisis por parte de otro hospital.

SOSPECHA DE LOS FAMILIARES

La especialista ha indicado que la niña dejó de tener síntomas "sin ningún tratamiento a las horas" y, ante la sospecha de que alguno de sus cuidadores (madre, padre y abuelo) le estaba administrando el medicamento, les informaron que estaban pensando en dar el alta a la menor para así ver cómo reaccionaban y corrobar que era alguno de ellos quien medicaba a la niña. Así, sin llegar a pasar dos días y ya haber avisado a servicios sociales, que estableció vigilancia en la habitación, le realizaron a la menor otra analítica en la que seguía dando positivo al medicamento, aunque en ya en un "rango considerado terapéutico", por lo que "una de las tres personas que estaba con ella le continuaba dando el medicamento en dosis muy pequeñas".

Ante ello, se activó el protocolo por maltrato infantil y se procedió al aislamiento de la niña de sus familiares. La neuróloga ha recordado que, cuando se les comunicó que alguien estaba intoxicando a la niña con un medicamento, la reacción de la madre, el padre y el abuelo era de "no se lo podían creer" y la progenitora "llegó a ponerse muy nerviosa y dijo 'yo no he sido, registrarme'". Debido a esa reacción, y ya con la casi firme sospecha de que era ella quien le administraba el medicamento, se solicitó la realización de una prueba de pelo a la niña, en la que se determinó que "un consumo crónico" y que, de no haberse detectado y habido un consumo más prolongado en el tiempo, podría haber producido en la menor "a una sobredosis que le llevase a un coma".

Otra de las médicas del equipo que atendió a la niña ha llegado a decir que el efecto del medicamento podría haber sido "potencialmente letal" si se hubiese seguido administrando, al menos en dosis como la detectada en las analíticas. Durante el tiempo que la niña estuvo ingresada en aquel centro, permaneció en una habitación videovigilada y, aunque las cámaras solo graban la zona de la cama y no el aseo, sí se vio que la madre era quien se encargaba de darle agua, galletas o yogures, siendo este último alimento con el que ayer la acusada manifestó que solía darle las medicaciones.

Una de las enfermeras que vigilaba aquellas cámaras y que avisó al equipo médico cuando la niña entró en episodio de estupor, ha indicado que ella observó a la madre darle un yogur a la niña y que la compañera a la que había dado el relevo -el trabajo de vigilancia las 24 horas lo hacen tres enfermeras en turnos- le dijo que la menor había pasado buena noche pero que de madrugada se despertó y la madre la llevó al lavabo.

FALTA DE ANGUSTIA Y PREOCUPACIÓN

Los servicios sociales y, posteriormente un juzgado catalán, decidieron separar a la niña de sus tres familiares porque, según ha explicado la psicóloga del hospital, las sospechas recaían sobre todos ya que se negaron a hablar individualmente con ella y, cuando se les comunicó lo que le sucedía a la menor, demostraron una "falta de angustia y preocupación" y actuaron los tres "al unísono y protegiéndose". Ello le hacía pensar que todos estaban al tanto de que se estaba medicando a la menor aunque solo uno fuese quien se lo daba. Tras hablar conjuntamente con los tres, ha señalado que la madre "pide ayuda y tener una nueva entrevista" en la que pudo apreciar que tenía "una relación enferma de crianza", así como un "discurso construido pero no creíble", lo que le hizo cuestionarse su "estado psíquico".

Directamente, ha apuntado, pensó que padecía el síndrome de Munchaussen por poderes, algo que comprobó al decirle que había pruebas de que era ella quien le daba el medicamento a la niña. "Entonces cambió su actitud y de nuevo retomó su idea enfermiza de maquinar que la niña estaba muy enferma". Cuestionada por qué nivel de conciencia tiene alguien con Munchaussen de que está comprometiendo la salud de su hijo -este síndrome es una enfermedad mental y una forma de maltrato infantil en la que el cuidador, con frecuencia la madre, inventa síntomas falsos o provoca síntomas reales para que parezca que el niño está enfermo-, ha explicado que "en el momento pueden tener conciencia de lo que están haciendo pero luego no pueden incorporarlo a su cotidianidad, recurriendo a la negación".

En este caso, "todo apuntaba a que ella podía tener el trastorno", algo que también ha señalado la coordinadora de la unidad de maltrato infantil del hospital, que ha advertido que personas con esta enfermedad, si no se detecta, pueden "llegar a provocar la muerte del menor" y, en este caso, si la madre hubiese continuado medicando a la niña, "podría haberle fallecido o haberle provocado un coma profundo con pérdida de oxígeno en el cerebro con secuelas irreversibles".

Además, han declarado técnicos del Instituto Cántabro de Servicios Sociales (ICASS) que llevan el caso, al seguir la menor bajo la tutela del Gobierno de Cantabria aunque ya vive con el padre. Han señalado que la niña "no entiende por qué no puede estar con su madre" y tiene "sentimientos de culpa" pero va "mejorando" y se han reducido sus episodios de "tristeza". No obstante, creen que podría ayudarla tener contacto con su madre pero han recomendado que sea en visitas "controladas y supervisadas" y que se produzcan tras un estudio del estado psíquico de la madre para "determinar qué conciencia tiene de lo que le hizo a su hija".

También han declarado hoy miércoles la madre de la acusada y su hermana, quien durante unos dos años ha tenido la custodia de la niña. El juicio continuará este jueves, a partir de las 9:30 horas, con pruebas periciales y las conclusiones de las partes.